Los biocombustibles son combustibles de origen biológico obtenido de manera renovable a partir de restos orgánicos. Estos restos orgánicos proceden habitualmente del azucar, trigo, maiz o semillas oleaginosas.
Todos ellos reducen el volumen total de CO2 que se emite en la atmósfera, ya que lo absorben a medida que crecen y emiten prácticamente la misma cantidad que los combustibles convencionales cuando se queman, por lo que se produce un proceso de ciclo cerrado.
Los biocombustibles son a menudo mezclados con otros combustibles en pequeñas proporciones, 5 o 10%, proporcionando una reducción útil pero limitada de gases de efecto invernadero. En Europa y Estados Unidos, se ha implantado una legislación que exige a los proveedores mezclar biocombustibles hasta unos niveles determinados. Esta legislación ha sido copiada luego por muchos otros paises que creen que estos combustibles ayudarán al mejoramiento del planeta a través de la reducción de gases que producen el denominado ‘Efecto Invernadero’.
¿SON ECOLOGICOS LOS BIOCOMBUSTIBLES?
Un estudio publicado en Science en agosto aseguraba que el incremento de la producción de biocombustibles podría despedir nueve veces más dióxido de carbono (CO2) durante las próximas tres décadas que los combustibles fósiles. El trabajo era además el primero en calcular el impacto de las emisiones de CO2 de los biocombustibles en todo su ciclo productivo.
Asimismo, sus responsables, un grupo de investigadores de la Universidad de Leeds y del World Land Trust, del Reino Unido, consideraban desacertado destruir bosques para instalar en su superficie cultivos de biocombustible, ya que con ello se estaría liberando el CO2 guardado en los árboles, además de causar un impacto ambiental grave en forma de pérdida de hábitat y de fauna y flora, desertificación, y desequilibrios en el clima. En este sentido, Karmele Llanos, de la ONG Internacional Animal Rescue, y que se encuentra en Indonesia para tratar de salvar a los orangutanes de la extinción, afirma que el aceite de palma, uno de los principales biocombustibles, se ha convertido en este país en la causa principal de la destrucción de su hábitat.
En cualquier caso, no es la primera vez que se critica a los biocombustibles, hasta el punto de que algunos expertos prefieren llamarlos "agrocombustibles", una denominación más descriptiva que elimina su supuesta etiqueta "bio" o ecológica. Por ejemplo, un estudio del ecólogo de la Universidad de Cornell David Pimentel publicado en 2005 aseguraba que el balance energético del etanol a partir de maíz es negativo, es decir, la energía necesaria para producirlo sería superior a la que genera.
En este sentido, instituciones como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) han realizado críticas a las condiciones actuales en las que se están desarrollando los biocombustibles. Según la FAO, 500 millones de hectáreas de tierras arables desaparecerán, contando sólo al tercer mundo. Por su parte, expertos reunidos en Estocolmo en la conferencia World Water Week, un encuentro anual sobre el estado del agua en el mundo, afirmaron que los cultivos energéticos, es decir, destinados a la producción de biocombustibles, pueden poner en peligro las provisiones de este preciado elemento.
José Santamarta, responsable en España del Instituto World Watch y colaborador del Ministerio de Medio Ambiente, destaca algunos estudios realizados en California que apuntan a una mayor contaminación que la gasolina a la que sustituye el etanol en mezclas que van del 5% al 85%. Asimismo, según Santamarta, los biocombustibles contribuyen a perpetuar un modelo energético y de transporte insostenible, sustituyendo pequeños porcentajes del consumo de gasolina y gasóleo por etanol y biodiésel, respectivamente.
Todo ello podría generar, además, unas graves consecuencias sociales para muchas personas que viven en el ámbito rural, así como las más pobres en muchos países del Sur, como explica Miquel Ortega, coordinador de la revista "Ecología Política": "Mientras que los beneficios económicos se pueden centrar en pocas manos, los perjuicios pueden extenderse a capas amplias de la población menos capacitadas o que apuesten por un modelo agrario diferente".
Para Heikki Mesa, experto en energía y cambio climático de WWF/Adena, los biocombustibles "comestibles" eran moderadamente sostenibles cuando estaban hechos con aceites vegetales reciclados, o con materia prima proveniente de campos agrícolas marginales, y para consumo local. Ahora bien, explica, "al plantearse escalas de producción gigantescas, como en EEUU o en la UE, la demanda de estas materias primas afecta a la ley del mercado internacional. La cuestión es quién puede pagar más por el recurso. Los países desarrollados podemos permitirnos pagar más por biocombustibles y alimentos (aunque tampoco a largo plazo), pero los países en vías de desarrollo se pueden quedar sin ambos".
Todos ellos reducen el volumen total de CO2 que se emite en la atmósfera, ya que lo absorben a medida que crecen y emiten prácticamente la misma cantidad que los combustibles convencionales cuando se queman, por lo que se produce un proceso de ciclo cerrado.
Los biocombustibles son a menudo mezclados con otros combustibles en pequeñas proporciones, 5 o 10%, proporcionando una reducción útil pero limitada de gases de efecto invernadero. En Europa y Estados Unidos, se ha implantado una legislación que exige a los proveedores mezclar biocombustibles hasta unos niveles determinados. Esta legislación ha sido copiada luego por muchos otros paises que creen que estos combustibles ayudarán al mejoramiento del planeta a través de la reducción de gases que producen el denominado ‘Efecto Invernadero’.
¿SON ECOLOGICOS LOS BIOCOMBUSTIBLES?
Un estudio publicado en Science en agosto aseguraba que el incremento de la producción de biocombustibles podría despedir nueve veces más dióxido de carbono (CO2) durante las próximas tres décadas que los combustibles fósiles. El trabajo era además el primero en calcular el impacto de las emisiones de CO2 de los biocombustibles en todo su ciclo productivo.
Asimismo, sus responsables, un grupo de investigadores de la Universidad de Leeds y del World Land Trust, del Reino Unido, consideraban desacertado destruir bosques para instalar en su superficie cultivos de biocombustible, ya que con ello se estaría liberando el CO2 guardado en los árboles, además de causar un impacto ambiental grave en forma de pérdida de hábitat y de fauna y flora, desertificación, y desequilibrios en el clima. En este sentido, Karmele Llanos, de la ONG Internacional Animal Rescue, y que se encuentra en Indonesia para tratar de salvar a los orangutanes de la extinción, afirma que el aceite de palma, uno de los principales biocombustibles, se ha convertido en este país en la causa principal de la destrucción de su hábitat.
En cualquier caso, no es la primera vez que se critica a los biocombustibles, hasta el punto de que algunos expertos prefieren llamarlos "agrocombustibles", una denominación más descriptiva que elimina su supuesta etiqueta "bio" o ecológica. Por ejemplo, un estudio del ecólogo de la Universidad de Cornell David Pimentel publicado en 2005 aseguraba que el balance energético del etanol a partir de maíz es negativo, es decir, la energía necesaria para producirlo sería superior a la que genera.
En este sentido, instituciones como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) han realizado críticas a las condiciones actuales en las que se están desarrollando los biocombustibles. Según la FAO, 500 millones de hectáreas de tierras arables desaparecerán, contando sólo al tercer mundo. Por su parte, expertos reunidos en Estocolmo en la conferencia World Water Week, un encuentro anual sobre el estado del agua en el mundo, afirmaron que los cultivos energéticos, es decir, destinados a la producción de biocombustibles, pueden poner en peligro las provisiones de este preciado elemento.
José Santamarta, responsable en España del Instituto World Watch y colaborador del Ministerio de Medio Ambiente, destaca algunos estudios realizados en California que apuntan a una mayor contaminación que la gasolina a la que sustituye el etanol en mezclas que van del 5% al 85%. Asimismo, según Santamarta, los biocombustibles contribuyen a perpetuar un modelo energético y de transporte insostenible, sustituyendo pequeños porcentajes del consumo de gasolina y gasóleo por etanol y biodiésel, respectivamente.
Todo ello podría generar, además, unas graves consecuencias sociales para muchas personas que viven en el ámbito rural, así como las más pobres en muchos países del Sur, como explica Miquel Ortega, coordinador de la revista "Ecología Política": "Mientras que los beneficios económicos se pueden centrar en pocas manos, los perjuicios pueden extenderse a capas amplias de la población menos capacitadas o que apuesten por un modelo agrario diferente".
Para Heikki Mesa, experto en energía y cambio climático de WWF/Adena, los biocombustibles "comestibles" eran moderadamente sostenibles cuando estaban hechos con aceites vegetales reciclados, o con materia prima proveniente de campos agrícolas marginales, y para consumo local. Ahora bien, explica, "al plantearse escalas de producción gigantescas, como en EEUU o en la UE, la demanda de estas materias primas afecta a la ley del mercado internacional. La cuestión es quién puede pagar más por el recurso. Los países desarrollados podemos permitirnos pagar más por biocombustibles y alimentos (aunque tampoco a largo plazo), pero los países en vías de desarrollo se pueden quedar sin ambos".
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